El 21 de octubre de 2025, las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional retornaron a Otavalo, provincia de Imbabura, para restablecer el orden tras treinta días de paro convocado por la Conaie en rechazo a la eliminación del subsidio al diésel.
Operativo con nuevo enfoque
El sonido de los motores militares volvió a escucharse entre los negocios a medio abrir y los parques semivacíos. El Ejército cambió su estrategia: ya no intenta despejar las carreteras, sino mantener la seguridad dentro de las ciudades y evitar nuevos episodios de violencia.
El general Ricardo Cajas, jefe del Comando de Operaciones Terrestres, explicó que la prioridad es “dar confianza a la población” y “permitir que la vida cotidiana retorne poco a poco”. El oficial reconoció que la situación no se resolverá pronto, pero insistió en que la presencia militar busca tranquilidad y no confrontación.
Vías bloqueadas y amenazas persistentes
Aunque las tropas recorren el centro urbano, las vías entre Atuntaqui y el redondel de El Cajas siguen cerradas. En la víspera, grupos de manifestantes advirtieron mediante megáfonos que “quienes no se sumen al paro serán agredidos”.
El mensaje circuló en redes sociales y provocó temor entre los comerciantes. Muchos decidieron mantener sus negocios cerrados. “Ya no hay gas ni productos. Todo está carísimo”, lamentó una vecina de Otavalo, mientras observaba las calles vacías. Sin embargo, este martes algunos locales abrieron con cautela. Los dueños esperaban no ser atacados y rogaban por normalidad.
Atuntaqui intenta normalizarse
A solo 15 minutos de distancia, Atuntaqui muestra otro panorama. Las panaderías, restaurantes y buses urbanos funcionan con regularidad. Muchos otavaleños caminan hasta allí para comprar alimentos. “Si Otavalo no trabaja, la provincia se estanca”, expresó un comerciante. Los mercados atuntaqueños reciben cada día más visitantes que buscan lo que escasea en sus hogares.
El general Cajas insistió en que el operativo tiene un propósito definido: “mantener el orden sin uso de la fuerza”. Según dijo, abrir las vías no está entre las órdenes actuales.
Reacciones divididas y agotamiento social
La población muestra posturas encontradas ante la presencia militar. Algunos aplauden los patrullajes, otros los rechazan con gritos de protesta. “No somos terroristas”, se escuchó desde un grupo de vecinos.
Entre el cansancio y la frustración, incluso quienes apoyan las demandas sociales admiten que el paro afecta más que las medidas del Gobierno. “Queremos trabajar, no más amenazas”, dijo un ciudadano en el parque central. Treinta días después del inicio del paro, Otavalo sigue siendo el punto más tenso de Imbabura. Las heridas del conflicto persisten, con decenas de heridos y dos manifestantes fallecidos en enfrentamientos previos.
Sin diálogo a la vista
Mientras los soldados recorren las calles y los negocios intentan reabrir, el Gobierno y los dirigentes indígenas mantienen posiciones opuestas. Hasta ahora, no se ha anunciado una mesa de diálogo formal. En medio del eco de los megáfonos y los pasos de los uniformados, Otavalo intenta recuperar la rutina. La calma aún es frágil.
