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Tsunami Ecuador: Realidad sísmica y educación


Christa von Hillebrandt-Andrade, subdirectora del Centro Internacional de Información sobre Tsunamis (ITIC) de la NOAA y gerente de su oficina del Caribe, conversó con Manavisión Plus sobre la realidad sísmica del país, la preparación de la población ante posibles tsunamis y la importancia de la educación y los protocolos de alerta temprana.

Con décadas de experiencia, la experta analizó los avances y desafíos que aún enfrenta Ecuador como parte del Cinturón de Fuego del Pacífico.

-En las últimas semanas se registró un enjambre sísmico en Puerto López. ¿Cómo evaluó esta situación? ¿Era normal?

El Instituto Geofísico de Ecuador es la autoridad competente para contestar las preguntas específicas sobre la sismicidad en Ecuador. La oficina de nosotros, el Centro Internacional para Información de Tsunamis, generalmente trabaja con los terremotos más grandes, los terremotos que pueden producir tsunamis.

Pero, por mi experiencia dirigiendo la red sísmica de Puerto Rico -anteriormente también trabajé en el Instituto Geofísico por varios años-, les puedo decir que los enjambres o las secuencias sísmicas son muy comunes en muchas zonas del mundo. Las instituciones a cargo del monitoreo lo están vigilando, porque uno nunca sabe cuándo un enjambre sísmico podría convertirse o ser el anticipo de algo mayor.

-Ecuador está dentro del Cinturón de Fuego del Pacífico. ¿Qué tan preparada está su población ante un posible tsunami?

Yo he estado trabajando con Ecuador casi desde el 2005. Empecé a dar los primeros adiestramientos en el Instituto Oceanográfico y Antártico de la Armada (INOCAR) y he estado trabajando con las autoridades de esa institución, que es la entidad a cargo de la vigilancia, el monitoreo y los pronósticos de tsunamis para Ecuador.

La capacidad científica y técnica de las autoridades, tanto en el Inocar como en las instituciones de gestión de riesgo en Ecuador, ha aumentado considerablemente.

Después del terremoto y el tsunami del Océano Índico, la mayor parte del Ecuador cuenta con mapas que indican todas las zonas vulnerables a tsunamis. O sea, que todas las poblaciones, ya sea Esmeraldas, Manta o Bahía de Caráquez, tienen estos mapas. Eso es una buena señal.

También veo mucha señalización, lo cual es importante. Se ha trabajado en todo el país, pero en años anteriores ha habido un enfoque especial en las Islas Galápagos, y justamente San Cristóbal fue reconocida como la primera comunidad Tsunami Ready por la UNESCO el año pasado.

-En el país se realizan simulacros cada año. ¿Cree que estos ejercicios realmente preparan a la ciudadanía?

Los simulacros son fundamentales para la preparación. Los tsunamis no son eventos tan frecuentes como la lluvia, la sequía o los temblores. Una de las maneras en que uno puede revisar los protocolos de preparación y evacuación es justamente a través de los simulacros.

Lo importante en estos simulacros es establecer unos objetivos muy específicos y, con el paso de los años, ir probando diferentes áreas del plan de respuesta. En el programa Tsunami Ready de la UNESCO -que es un plan que establece los doce indicadores que debe tener una comunidad para prepararse ante un tsunami- ha sido aceptado a nivel internacional.

Es decir, tanto en India, el Caribe, Italia, Ecuador y Costa Rica se aplican los mismos doce indicadores que las comunidades tratan de cumplir. Uno de esos indicadores es que se realice un simulacro o ejercicio comunitario al menos cada dos años.

-Tras el terremoto de 2016, Ecuador fue puesto en alerta de tsunami. ¿Cómo se manejó la situación entonces?

Hay un reto muy grande cuando se trabaja en el análisis del potencial de un tsunami, especialmente en el entorno local. Después de un terremoto, el tsunami puede llegar a la costa en cuestión de minutos; por eso, se debe trabajar con los datos disponibles y actuar de manera conservadora.

En el momento del terremoto, lo único que se sabe -y que puede determinarse con bastante rapidez- es la magnitud y la localización del sismo. Esa información la proveen tanto el Centro de Alerta de Tsunamis del Pacífico, que suministra datos al INOCAR para la toma de decisiones, como el Instituto Geofísico, que también informa a INOCAR sobre las características del evento sísmico.

En el caso del terremoto de 2016, este cumplía con el umbral de magnitud y localización necesario para poder generar un tsunami. Por eso se emitió una alerta preventiva, con el fin de que la población pudiera tomar las medidas correspondientes.

Aproximadamente 20 minutos después de ocurrido el terremoto, se puede determinar cuál fue la dirección de ruptura. Con esa información, se entiende si el evento tuvo la capacidad de desplazar el terreno bajo el mar y, por lo tanto, de generar un tsunami.

Es un proceso complejo y que toma su tiempo. Sin embargo, se han ido implementando mejoras. Justamente, dos personas del INOCAR participaron recientemente en un taller que ofrecimos durante dos semanas en Hawái, donde estudiaron todos los procedimientos y perfeccionaron los protocolos de actuación durante un tsunami. De manera continua se están realizando avances en la observación y respuesta ante estos fenómenos.

-¿Cómo funciona actualmente el sistema de alerta de tsunamis en la región?

Bueno, el sistema funciona de la siguiente manera: existe un monitoreo 24/7 de la actividad sísmica. La mayoría de los tsunamis -aproximadamente el 75 %- son generados por terremotos, por lo tanto, hay una vigilancia constante.

El Centro de Alerta de Tsunamis del Pacífico, operado por la NOAA en Hawái, es el proveedor de servicios de alerta de tsunamis para todo el océano Pacífico. En cada país de la región se ha identificado una entidad encargada de recibir los productos y avisos. En el caso de Ecuador, esa institución es el INOCAR.

El Centro cuenta siempre con dos geofísicos de turno y con equipos que monitorean permanentemente la actividad sísmica. Tan pronto ocurre un terremoto de magnitud 6 o superior, se activan las alarmas: todo el personal acude a su estación de trabajo, se analiza el evento y, dependiendo de su magnitud y características, se determina si podría existir un potencial de tsunami en la zona afectada.

En el caso de Ecuador, se estima la hora posible de llegada de un tsunami potencial, aunque en ese momento aún no se sepa si efectivamente se ha generado uno. Sin embargo, por la magnitud y la localización del sismo, se puede inferir -con base en antecedentes históricos- la posibilidad de que ocurra.

En un plazo máximo de entre 5 y 10 minutos, el Centro entrega esa información al INOCAR, incluyendo los tiempos estimados de arribo en distintos puntos del país y en el área insular de Galápagos.

-¿Qué tan preparados están los planteles educativos frente a una emergencia de este tipo?

La educación es esencial. En muchos países -y estoy segura de que también en Ecuador- se hace mucho énfasis en la educación dentro de las unidades escolares. Allí se abarca a muchos niños, y esos niños transmiten lo aprendido a sus familias, de modo que la educación se expande naturalmente.

Yo visito con frecuencia Bahía de Caráquez, y me consta el trabajo que realizan tanto la unidad de gestión de riesgo municipal como el cuerpo de bomberos. Ellos invitan a la población a participar en actividades de orientación que son sumamente importantes. Además, utilizan los medios de comunicación -como Manavisión y las emisoras de radio- para difundir información y brindar orientación.

Lo importante es entender que en eventos como terremotos hay muy poco tiempo para reaccionar. Por eso, en países como Ecuador, Puerto Rico o Costa Rica, se enfatiza una enseñanza muy clara: si uno siente un terremoto muy fuerte, tan fuerte que no puede mantenerse en pie, las cosas se caen y quizás algunos edificios colapsan, como ocurrió en 2016, hay que evacuar de inmediato.

Por eso, en lugares donde pueden generarse tsunamis -como en Ecuador- es fundamental que la población esté educada y sepa cómo actuar. Ante un terremoto fuerte o duradero, hay que dirigirse hacia zonas altas, como decimos en Puerto Rico: loma arriba. Hay que buscar altura, ya sea en el terreno o dentro de edificios resistentes.

-¿Cuáles considera las zonas más vulnerables a tsunamis en la región del Pacífico y el Caribe?

Todo el cinturón del Circumpacífico está expuesto al peligro de los tsunamis, porque existen enormes fallas de subducción. Estas fallas son las responsables del rompimiento, levantamiento o desplazamiento hacia abajo del fondo marino que genera los tsunamis.

Sabemos, por ejemplo, que en Japón existen grandes fallas; también a lo largo de Rusia y Alaska hay fuentes sísmicas muy importantes. Si nos movemos hacia Centroamérica, encontramos fallas significativas frente a las costas de México y Nicaragua, donde también se han registrado eventos relevantes.

En Sudamérica, Chile es un gran generador de terremotos, muchos de los cuales producen tsunamis que han tenido efectos incluso en las costas del Ecuador. Por eso, esta es una zona que se mantiene en constante monitoreo.

En el Caribe también ocurren tsunamis, aunque no con la misma frecuencia que en el Pacífico. Sin embargo, se han registrado terremotos muy destructivos: más de 4.500 personas han perdido la vida en la región a causa de estos eventos. Por eso, existe una lucha constante para que los países del Caribe tomen en serio esta amenaza.

-¿Qué recomendaciones haría a las comunidades costeras ante una alerta de tsunami?

El trabajo de preparación comienza antes de que ocurra un tsunami. No podemos esperar a que haya una alerta o a sentir un terremoto muy fuerte para empezar a prepararnos. Esa preparación debe comenzar ahora, conociendo primero cuáles son los riesgos y cuáles son las áreas de peligro por tsunami.

Un tsunami generalmente afecta un tramo limitado de la costa; no todo el litoral se ve impactado de la misma manera. Por eso es importante saber identificar si el lugar donde uno vive, trabaja, estudia o asiste a la iglesia, así como los centros comerciales que frecuenta, están ubicados dentro de una zona de peligro.

Lo primero, entonces, es conocer el nivel de riesgo. Y una vez que uno sabe si se encuentra o pasa tiempo en zonas de amenaza de tsunami, debe identificar hacia dónde evacuar en caso de emergencia.

Si se está en una zona de riesgo, hay que tener claro dónde ir en caso de que ocurra un terremoto fuerte o si las autoridades informan sobre un sismo en otro lugar que podría generar un tsunami con llegada a Ecuador.

Como un tsunami puede ocurrir en cualquier momento, debemos estar preparados en todo momento. Se recomienda que cada persona tenga una mochila de emergencia, con los artículos más importantes que le permitan sobrevivir durante al menos una hora fuera de la zona de peligro.

-¿Cuáles son las redes o páginas oficiales que debo seguir?

Es importante saber que la página oficial del INOCAR publica la información verificada. En estos eventos circula mucha desinformación y rumores falsos, por lo que hay que asegurarse de recibir los mensajes únicamente de las autoridades competentes.

También es esencial conocer quiénes son las autoridades locales de gestión de riesgos y los planes específicos de evacuación que existen en cada comunidad. Esas conversaciones deben realizarse antes de que ocurra una emergencia.

Reitero: si usted está en la playa, en la costa o en una zona baja -a nivel del mar- y siente un terremoto extremadamente fuerte, tan fuerte que no puede mantenerse en pie y observa daños en los edificios o en el entorno, evacúe de inmediato. No espere una notificación o una orden oficial: el tsunami podría llegar en cuestión de 5, 10 o 15 minutos. Cada minuto cuenta.

-¿Cuáles son los tipos y niveles de alerta de tsunami que pueden emitir las autoridades, y qué significa cada uno?

Alerta de evacuación completa: significa que se espera un evento de gran magnitud, con olas superiores a un metro y con capacidad para generar inundaciones significativas en la zona costera. En este caso, debe desalojarse toda el área costera inmediatamente.

Alerta por corrientes fuertes: ocurre en situaciones como la de Kamchatka, en las que se prevén corrientes intensas pero no inundaciones. En este caso, las capitanías de puerto y la guardia costera ordenan suspender la actividad marítima y evacuar el mar, aunque no sea necesario un desalojo completo de las zonas urbanas costeras.

Cada país usa su propia terminología para estos niveles de alerta, por lo que es fundamental que la población conozca los términos y señales oficiales utilizados en Ecuador, y que siga siempre las recomendaciones de las autoridades.

-Hoy existen aplicaciones que emiten alertas sísmicas. ¿Son realmente confiables?

Hay que tener mucho cuidado con las aplicaciones y las evaluaciones que se consultan sobre tsunamis. Existen autoridades oficialmente reconocidas, tanto a nivel internacional como nacional, que son las responsables de emitir información confiable sobre estos eventos.

Cuando ocurre un terremoto grande, puede comenzar a circular una gran cantidad de información, muchas veces contradictoria o imprecisa. En ocasiones, los datos evolucionan a medida que se obtiene más información sísmica. Por eso siempre recomendamos mantenerse atentos únicamente a las fuentes oficiales.

-¿Cómo funciona el sistema del Centro de Alerta de Tsunamis del Pacífico y qué tipo de información ofrece a los países después de un terremoto?

Por ejemplo, el Centro de Alerta de Tsunamis del Pacífico (PTWC) publica un producto en su página web tsunami.gov. Esta información se actualiza entre 5 y 10 minutos después de un terremoto y ofrece una indicación general sobre si existe o no peligro para un país determinado.

Aunque no proporciona detalles específicos dentro del país, sí señala si el aviso incluye a las Islas Galápagos o a la parte continental del Ecuador. Es importante tener en cuenta que la situación puede ser muy diferente en Galápagos respecto al continente.

Existen también aplicaciones que se alimentan de fuentes oficiales como tsunami.gov, el Instituto Geofísico o el INOCAR. Estas aplicaciones son confiables precisamente porque obtienen la información de organismos autorizados. Sin embargo, siempre se debe estar atento, en primer lugar, a las autoridades nacionales.

Es importante aclarar que no es posible pronosticar los terremotos. No sabemos cuándo van a ocurrir; no hay forma de predecirlos con exactitud. No obstante, existen sistemas de alerta temprana que, una vez generado un terremoto, pueden realizar una evaluación rápida e incluso enviar una alerta segundos antes de que se sienta el temblor. Estos sistemas operan solo en algunos lugares del mundo, como México, California o Japón.

En cambio, los tsunamis sí pueden pronosticarse una vez ocurrido el terremoto. Cuando ya se conoce la magnitud y la localización del evento, el PTWC y entidades como el INOCAR pueden evaluar si existe peligro de tsunami. Sin embargo, confirmar ese peligro requiere tiempo: puede tomar entre 10 y 20 minutos hasta que los instrumentos lo detecten.

Ecuador, por ejemplo, cuenta con varios mareógrafos y con una boya en las Islas Galápagos, que ayudan en la detección temprana y permiten confirmar si efectivamente se ha generado un tsunami.

-¿El cambio climático influye en la frecuencia o gravedad de los tsunamis?

Además de los eventos sísmicos, las erupciones volcánicas también pueden generar tsunamis. Debemos recordar que la erupción del volcán de Tonga-Hunga Ha’apai, ocurrida en 2022, causó un tsunami que llegó hasta las costas del Ecuador.

Yo estuve en Cojimíes-Pedernales, y los pescadores me contaron cómo se produjeron corrientes muy fuertes a raíz de esa erupción volcánica. Por lo tanto, los tsunamis no son provocados únicamente por terremotos; también pueden originarse por erupciones volcánicas o por deslizamientos de tierra.

En cuanto a los terremotos y volcanes, existe muy poca relación directa entre la ocurrencia de estos eventos y los cambios en las temperaturas globales o en los niveles del mar. Sin embargo, en el caso de los deslizamientos, sí se ha observado una conexión más clara.

Sabemos que los tsunamis también pueden ser generados por deslizamientos ocurridos cerca de la costa, o incluso por colapsos de glaciares en regiones como Groenlandia o la Antártida, cuando enormes masas de hielo se desprenden y caen al océano, desplazando grandes volúmenes de agua.

-¿De qué manera el cambio climático podría influir en la frecuencia de los tsunamis provocados por deslizamientos, y por qué no se espera un impacto similar en los generados por terremotos o erupciones volcánicas?

Este tipo de tsunamis, originados por deslizamientos, podrían aumentar debido a fenómenos como lluvias más intensas o temperaturas más altas, que provocan el colapso de glaciares. Sin embargo, en el caso de los tsunamis generados por terremotos o erupciones volcánicas, no se espera un cambio significativo en su frecuencia o ritmo de ocurrencia.

Un efecto indirecto que sí debe considerarse es el aumento del nivel del mar y la erosión costera. Estas condiciones pueden hacer que un tsunami de magnitud moderada -por ejemplo, de uno a tres metros de altura-, que hace diez años no habría penetrado mucho en tierra firme, ahora pueda alcanzar zonas más interiores.

En ese sentido, los cambios actuales que se observan en nuestras costas, especialmente la erosión costera y el incremento del nivel del mar, aumentan la vulnerabilidad de las áreas expuestas a tsunamis y amplían las zonas que podrían verse afectadas.

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