El sistema penitenciario de Ecuador vuelve a ser el epicentro de la violencia extrema tras reportarse dos masacres carcelarias en menos de una semana. La madrugada de este jueves, 25 de septiembre de 2025, se registró una nueva masacre en el Centro de Rehabilitación Social de Varones de Esmeraldas, que dejó un saldo de 17 personas fallecidas, según confirmó en un comunicado oficial el Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Adultas Privadas de la Libertad (SNAI). Este hecho se suma a otra matanza ocurrida días antes en la cárcel de Machala, provincia de El Oro, donde murieron 16 personas, entre ellas 15 reclusos y un agente de seguridad penitenciaria.
Estos dos eventos, que en conjunto suman 33 víctimas mortales en menos de una semana, evidencian el recrudecimiento de una crisis que el Estado no ha logrado contener. Las masacres carcelarias se han convertido en una trágica constante en el país, reflejando la lucha de poder entre organizaciones narcodelictivas que operan desde el interior de las prisiones, utilizando estos espacios como sus centros de mando y campos de batalla.
La situación actual se enmarca en un contexto más amplio de inseguridad que afecta a todo el territorio ecuatoriano. Las cárceles, lejos de ser centros de rehabilitación, se han transformado en las sedes desde donde se planifican delitos como la extorsión, el sicariato y el narcotráfico, y donde las disputas por el control de pabellones y rutas de droga derivan en enfrentamientos de extrema brutalidad. En menos de una semana, en dos masacres carcelarias, fallecieron 33 personas, entre ellas un agente de seguridad penitenciaria.
Las masacres carcelarias evidencias el hacinamiento y control criminal
Las masacres carcelarias no son un fenómeno nuevo, pero su frecuencia e intensidad han escalado dramáticamente en los últimos cinco años. La violencia se atribuye principalmente a la disputa entre bandas criminales con vínculos con carteles internacionales. Estas organizaciones luchan por el control en un sistema carcelario afectado por la corrupción, la falta de personal de seguridad y, de manera crítica, el hacinamiento crónico.
Este último problema, lejos de ser una percepción, se sustenta en cifras oficiales del propio SNAI. Según reportes de inicios de septiembre de 2025, en Ecuador hay más de 36,300 presos, cuando la capacidad instalada a nivel nacional es de aproximadamente 30,000, lo que representa un hacinamiento superior al 21%. Esta sobrepoblación es especialmente grave en centros como la cárcel de El Inca en Quito, que registra un 62% de hacinamiento, y la Penitenciaría del Litoral en Guayaquil, con un 10% por encima de su capacidad. Este entorno facilita el control de las bandas y la planificación de actos violentos.
Recuento de las peores masacres de los últimos cinco años
La historia reciente del sistema penitenciario ecuatoriano está manchada de sangre. Entre los episodios más mortíferos se encuentra la serie de motines coordinados del 23 de febrero de 2021 en las cárceles de Guayaquil, Turi (Cuenca) y Cotopaxi, que dejaron un saldo oficial de 79 reclusos asesinados en un solo día. Este evento marcó un punto de inflexión en la crisis.
Sin embargo, la peor de las masacres carcelarias ocurrió el 28 de septiembre de 2021 en la Penitenciaría del Litoral, en Guayaquil, donde una guerra entre pabellones dejó un saldo de 119 fallecidos, convirtiéndose en una de las peores matanzas carcelarias en la historia de América Latina. Este mismo centro penitenciario fue escenario de nuevas masacres en noviembre de 2021 (68 muertos) y julio de 2023 (31 muertos), consolidándose como el más violento del país.
La respuesta estatal y los desafíos pendientes
A lo largo de estos años, los distintos gobiernos han intentado frenar la violencia mediante la declaración de múltiples estados de excepción, la intervención de las Fuerzas Armadas para el control de los perímetros carcelarios y la promesa de reformas estructurales al SNAI. Sin embargo, las masacres carcelarias de Machala y Esmeraldas esta semana demuestran que estas medidas no han sido suficientes.